Tiempo de preparación: 50 minutos
Hoy os traigo una receta estrella. Creo que puedo afirmar que desde que la probé se ha convertido en mi postre favorito. Estos cortadillos se caracterizan por combinar a la perfección la acidez del limón y el dulzor típico de un postre. Tienen una textura cremosa pero a la vez muy ligera, lo cual los hace perfectos para esas comilonas veraniegas en las que no se apetece para nada un postre pesado (especialmente si vives en Sevilla y tienes que sobrevivir a cuarenta grados a la sombra). Bueno no me entretengo más. ¡Aquí va la receta!
Ingredientes: (Para 6 raciones)
-Para la base de galletas:
-150 gramos de galletas maría
-85 gramos de mantequilla.
-Para la crema de limón (lemon curd)
-350 gramos de azúcar
-4 huevos (240 g)
-100 gramos de harina
-150 ml de zumo de limón
-la ralladura de 4 limones (de 100 gramos cada uno)
-Azúcar glass para decorar
Comenzamos preparando la base. Para ello trituramos las galletas con ayuda de un robot de cocina o una picadora. Fundimos la mantequilla en el microondas y la añadimos al polvo de galleta. A continuación forramos el molde que vayamos a emplear con papel de horno. Cubrimos todo el molde con la masa y aplastamos bien. Mientras preparamos la crema de limón, la dejaremos reposar en el frigorífico para que se endurezca.
Para preparar la crema de limón o lemon curd batimos en un bol los huevos junto con los 350 gramos de azúcar. Luego agregamos a la mezcla la harina previamente tamizada.
Precalentamos el horno a 180º.
Lavamos y rallamos los cuatro limones. A continuación los exprimimos y colamos el zumo para conseguir un resultado más fino. Añadimos al bol tanto la ralladura como el zumo.
Sacamos la base del frigorífico y vertemos la masa de limón.
Horneamos a 180º, en modo pastel (calor arriba y abajo con ventilador) durante 30 minutos aproximadamente (Cada horno es un mundo). No os asustéis cuando saquéis el pastel del horno, ya que es normal que el centro esté menos cuajado y se mueva al menear el recipiente. Por ello dejamos que se temple y lo refrigeramos. Una hora antes de consumir lo sacamos del frigorífico, desmoldamos y cortamos en rectángulos. Por último, espolvoreamos azúcar glass
Y ¡solo nos queda disfrutar!