El Barrio Alto de Lisboa está repleto de restaurantes. Mires hacia donde mires podrás encontrar un velador alegremente decorado. Sin embargo, muchos de ellos caen en la tentación de empapelar sus puertas con las fotos de los platos combinados que ofrecen y, esto que puede ser muy útil para algunos extranjeros, resta muchos puntos al restaurante en lo que a apariencia concierne, lo cual no significa que sus platos tengan menor calidad.
Una de las principales dificultades de probar la gastronomía típica en un país extranjero es poder diferenciar los buenos restaurantes de aquellos que únicamente buscan engañar a los turistas con supuestos “platos regionales”. Por esto, siempre me gusta comprobar las críticas de cada lugar antes de sentarme en una de sus mesas. Esta vez me decidí por visitar el restaurante Sinal Vermelho y la verdad es que no me decepcionó.
Cuenta con una pequeña terraza la cual nos permite impregnarnos del ambiente característico del barrio, además de disfrutar de la velada acompañados de nuestras mascotas. La decoración es sencilla y no le resta protagonismo a los platos, los cuales cobran especial relevancia, sobre todo teniendo en cuenta sus dimensiones. Una vez sentados, comienzan trayendo unos aperitivos con muy buena pinta: una cesta con pan y dos platos con quesos típicos de la zona. Esta costumbre no es muy extraña para los que vivimos en ciudades donde las tapas se regalan con la bebida; sin embargo en Lisboa esto no ocurre así. La tradición, por así decirlo, consiste en traer a los clientes unos inocentes, y para nada baratos (pueden llegar a rondar los cuatro euros), tentempiés. Y teniendo en cuenta que normalmente no suelen avisarte de estos costes extras, el que el camarero nos avisara de que solamente se nos cobrarían si las consumíamos, me pareció todo un detalle.
Como entrante decidimos pedir una trilogía de tapas típicas: pulpo con vinagreta, unas tortillas de bacalao, muy sabrosas, y embutidos típicos de la zona.
Luego nos decantamos por tres platos principales: Bacalhau a Lagareiro, arroz con sardinas y carne a la alentejana. Una de las cosas que más llama la atención de este lugar, son las impresionantes dimensiones de los platos, que hacen que sea imposible quedarse con hambre. La carne estaba especialmente jugosa y tenía un sabor exquisito, al igual que los otros dos platos.
El personal, muy agradable y siempre atento a las necesidades de los clientes, sabe deslizarse con delicadeza entre las mesas, creando un ambiente extremadamente encantador.
Dirección: Rua das Gáveas 89, Lisboa 1200-206, Portugal